Dra. Conchita Leone P.
EL MIEDO AL PEDIATRA.
Los pediatras nos convertimos los primeros tres años de la vida de un niño, en el ogro al que hay que visitar eventualmente. El pequeño, siente la visita médica como una invasión a su privacidad que le genera ansiedad y miedo. Llega a un sitio frío, donde le desnudan, tocan su boca con un desagradable baja lenguas que le causa náuseas y en ocasiones hasta le pinchan!
Puede ayudar que mamá y papá hablen del pediatra en casa refiriéndose a éste como un amigo y llamándole por su nombre. El juego de roles suele dar buenos resultados utilizando algunos juguetes para simular el examen físico. Explíquele lo que sucederá en la consulta, nada asusta más que la incertidumbre. No le amenace con la aguja del doctor si no come o si no se porta bien, no le diga mentiras, nombre a las vacunas por su nombre, no las llame puyas o piquetes y explíque con un lenguaje sencillo porque hay que vacunarlo, poco a poco lo entenderá.
Suele dar buenos resultados, ofrecer una gratificación para el pequeño, posterior a la consulta. No le regañe ni le humille durante el acto médico frases como ¨eres un cobarde¨ lo puede hacer sentir peor, no lo haga!
Al salir de la consulta, dígale al niño o niña lo orgulloso que se sintió de él o ella, alabe su valentía, su disposición al examen físico y si no fue el más valiente, sencillamente exprese que está seguro que la próxima vez lo hará mejor y se sentirá más tranquilo.
En algún momento, tómense el tiempo de pasar por el consultorio médico solo a saludar al amigo pediatra, de esta manera el niño o niña sentirá que no siempre que acude a este sitio ocurren cosas desagradables.
El pediatra por su parte, debe respetar a sus pacientes, saludarles al llegar con algún gesto cariñoso, hacer un tiempo para que el niño explore en el consultorio antes de examinarlo, donde debe imperar un ambiente infantil, acogedor, propicio para la curiosidad y el interés de los pequeños. Es importante explicar paso a paso, con palabras sencillas el procedimiento del examen clínico sin mentirle, si le dice que una vacuna no le va a molestar y le duele, el niño se sentirá engañado y traicionado. Un reforzador social como una palabra de felicitación y admiración por la valentía y uno tangible como una calcomanía o un globo son buenas alternativas.
Por lo general cerca de los 3 años, ese ogro que ha sido el pediatra, se va convirtiendo en un héroe con bata blanca, en alguna de las consultas el niño o niña llegará con la mejor disposición, hablará con el pediatra, le abrazará y al llegar a casa jugará a ser el doctor o la doctora y algún familiar el paciente. Hablará con orgullo de su médico y le pedirá que le lleve a la consulta por algún detalle insignificante solo para volver a verle.
Con paciencia, amor y dedicación la visita al pediatra pasará de ser un momento inquietante a ser una divertida experiencia.
Dra. Conchita Leone P.
Educación médica contínua
SVPP Filial Carabobo