Dra. Iraida Zacarías.
¿TENDRÁ MI HIJO UN PROBLEMA AUDITIVO?
La pérdida de la audición puede ocurrir en cualquier momento de la vida, desde antes del nacimiento hasta la edad adulta.
Los síntomas y signos de la pérdida auditiva son diferentes en cada niño. Los signos comúnmente encontrados son los siguientes: Signos en los bebés: No se sobresalta con los ruidos fuertes. A los 3 o 4 meses de edad no se voltea para buscar la fuente del sonido. Al año de edad no dice palabras sencillas como “mamá” o “papá”. Voltea la cabeza cuando lo ve a usted pero no lo hace si solo lo llama por su nombre. Esto a veces se interpreta erróneamente como falta de atención, pero puede ser el resultado de una pérdida auditiva parcial o completa. Parece escuchar algunos sonidos pero no otros. Signos en los niños: Tarda en aprender a hablar. No habla en forma clara. No hace lo que se le indica. A veces esto se interpreta erróneamente como una falta de atención o simplemente que el niño lo ignora, pero puede ser el resultado de una pérdida auditiva. A menudo dice “¿qué?”. Escucha la televisión a un volumen muy alto.
Si usted cree que un niño tiene pérdida auditiva o está sordo, pídale a su pediatra que le solicite una prueba de la audición lo antes posible. La prueba inicial de la audición sirve para determinar la posibilidad de que un niño pueda tener pérdida auditiva. Es fácil de realizar y no duele. La prueba es muy breve, solo toma unos cuantos minutos, y la mayoría de las veces la realiza el foniatra o el otorrino.
En los menores de 15 años, el 60% de la pérdida de audición son atribuibles a causas prevenibles. Las causas prevenibles en niños son: infecciones como la parotiditis, el sarampión, la rubéola, la meningitis, las infecciones por citomegalovirus y la otitis media crónica (31%); complicaciones al nacer como asfixia del parto, bajo peso al nacer, prematuridad e ictericia (17%); uso de medicamentos ototóxicos en embarazadas y lactantes (4%); otras causas (8%). Algunas estrategias de prevención sencillas de la pérdida de audición consisten en: vacunar a los niños contra el sarampión, la meningitis, la rubéola, la parotiditis y neumococo; las adolescentes y las mujeres en edad fértil deben vacunarse contra la rubéola, antes de que queden embarazadas; asistir a las consultas de planificación familiar y control prenatal; acudir al pediatra cuando se tenga una sospecha; evitar el uso de algunos medicamentos que puedan ser nocivos para la audición, a menos que sean indicados por un médico; los bebés que presentan riesgos altos (por ejemplo, los que tienen antecedentes familiares de sordera, los que han nacido con bajo peso o han sufrido asfixia del parto, ictericia o meningitis) deben ser evaluados con prontitud; reducir la exposición a ruidos fuertes, mediante la sensibilización de la población sobre los riesgos que acarrean; y fomentar la utilización de dispositivos de protección personal como los tapones para oídos, los audífonos y auriculares que amortiguan el ruido ambiental.
Dra. Iraida Zacarías Narváez
Pediatra-Puericultor
Presidente de La Filial Anzoátegui