TIPS PARA MES DE JUNIO DE 2019



MOVIMIENTOS ANTIVACUNAS, VACUNAS Y AUTISMO

La comunidad en general se pregunta ¿Cómo es eso de gente que va en contra de las vacunas?, cuando la verdadera interrogante a hacerse es quién, dónde y desde cuando se gestó ese rechazo, conocido desde hace más de dos siglos como movimientos antivacunas.

Los grupos antivacunas que bien podrían definirse como un colectivo de personas que por diferentes motivos (sanitarios, religiosos, científicos, políticos, filosóficos) creen que las vacunas y en definitiva el acto de vacunarse supone un mayor perjuicio para su salud que el posible beneficio que puedan aportar. Son grupos muy activos que aportan información no contrastada y acientífica.

Muchos creen que el movimiento es algo nuevo y una consecuencia de las preocupaciones derivadas de la gran cantidad de vacunas que se administran ahora, pero la preocupación por la vacunación comenzó poco después de la introducción de la vacuna contra la viruela y ha continuado sin cesar desde entonces.

La vacunación generalizada comenzó a principios de 1800 después de la presentación de Edward Jenner de un artículo a la Royal Society of London en 1796 que detalla su éxito en la prevención de la viruela en 13 personas mediante la inoculación con material infeccioso vivo de las pústulas o costras de personas infectadas con la viruela. El proceso indujo la viruela bovina, una enfermedad viral leve que confirió inmunidad a la viruela. Jenner llamó al material de la viruela vacuna "vacuna" (de vacca, el latín para vaca) y al proceso le llamo vacunación 2,3 . Aunque Jenner no descubrió la vacuna (fue Benjamín Jesty, a mediados de la década de 1770)4 , fue la primera persona en conferir estatus científico sobre el procedimiento y fue el principal responsable de popularizarlo.

El movimiento antivacunas inicio en Europa, específicamente en el Reino Unido (RU) cuando la Ley de Vacunación de 1840 proporcionó vacunas gratuitas para los pobres y prohibidos (personas con total dependencia de la misericordia de Dios). La Ley de Vacunación de 1853 hizo que la vacunación fuera obligatoria para todos los bebés en los primeros tres meses de vida y obligó a los padres incumplidores a una multa o prisión. La Ley de 1867 extendió el requisito de vacunación obligatoria a los 14 años, con sanciones acumulativas por incumplimiento. Estas leyes fueron una innovación política que extendió los poderes del gobierno a áreas de libertades civiles tradicionales en nombre de la salud pública.

La resistencia a estas leyes comenzó inmediatamente después de la aprobación de la ley de 1853, con violentos disturbios en Ipswich, Henley, Mitford y varias otras ciudades. La fundación de la Liga Antivacunación en Londres en el mismo año proporcionó un núcleo para los opositores a la vacunación. Después de que se aprobó la ley de 1867, sus antagonistas centraron su preocupación en la violación de la libertad y la elección personal. La Liga de Vacunación Anti-Obligatoria fue fundada en 1867 en respuesta a la nueva ley, con una declaración de misión de siete puntos en el encabezado de su boletín informativo, el National Anti-Obligator Vaccination Reporter.

En los años 1870 y 1880 aparecieron gran cantidad de tratados, libros y revistas contra la vacunación. Las revistas incluyeron el AntiVaccinator (fundado en 1869), el National Anti-Obligator Vaccination Reporter (1874) y el Vaccination Inquirer (1879). Movimientos similares florecieron en otras partes de Europa.

En Gran Bretaña, la presión del movimiento contra la vacunación aumentó. Después de una manifestación masiva contra la vacunación en Leicester en 1885 que atrajo hasta 100 000 personas, se designó una comisión real para investigar las quejas contra la vacunación y para escuchar pruebas a favor de la vacunación. La comisión estuvo sentada durante siete años, escuchando un amplio testimonio de opositores y partidarios de la vacunación. Su informe en 1896 concluyó que la vacunación protegía contra la viruela, pero como un gesto a los antivacunacionistas recomendó la abolición de las sanciones acumulativas. Una nueva Ley de Vacunación en 1898 eliminó las sanciones acumulativas e introdujo una cláusula de consciencia, permitiendo a los padres que no creían que la vacunación fuera eficaz o segura obtener un certificado de exención.

La actividad antivacunación también acrecentó en los Estados Unidos hacia fines del siglo XIX. La vacunación generalizada a principios del siglo contuvo brotes de viruela, y la vacuna cayó en desuso. Sin embargo, en la década de 1870 la enfermedad se convirtió en epidemia debido a la susceptibilidad de la población. A medida que los estados intentaron hacer cumplir las leyes de vacunación existentes o aprobar otras nuevas, surgieron movimientos vigorosos contra la vacunación.

En 1879, después de una visita a Nueva York de William Tebb, el principal antivacunacionista británico, se fundó la Sociedad Antivacunación de América. Posteriormente, la Liga de Vacunación Anti-Obligatoria de Nueva Inglaterra se formó en 1882 y la Liga de Vacunación Anti-Vacunación de la Ciudad de Nueva York en 1885. Utilizando panfletos, batallas judiciales y luchas vigorosas en los pisos de las legislaturas estatales, los antivacunacionistas lograron derogar las leyes de vacunación obligatoria en California, Illinois, Indiana, Minnesota, Utah, Virginia Occidental y Wisconsin. Se libró una batalla continua entre las autoridades de salud pública y los antivacunacionistas.

La viruela y las ligas antivacunación en Estados Unidos

En 1902, después de un brote de viruela, la junta de salud de la ciudad de Cambridge, Massachusetts, ordenó que todos los residentes de la ciudad fueran vacunados contra la viruela. Henning Jacobson, residente de la ciudad, se rehusó a vacunarse con base en que la ley violaba su derecho de cuidar su propio cuerpo como mejor pudiera, pero la ciudad presentó cargos penales en contra de Jacobson. Después de perder su batalla contra el tribunal a nivel local, Jacobson apeló ante la Corte Suprema de EE.UU. En 1905 la Corte falló a favor del estado, donde se declaraba que éste podía promulgar leyes obligatorias para proteger al público en caso de una enfermedad transmisible. Fue el primer caso de la Corte Suprema de EE.UU. concerniente al poder estatal sobre las leyes de salud pública.

Controversia sobre la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP)

A mediados de la década de 1970, surgió una controversia internacional sobre la seguridad de la vacuna DTP en Europa, Asia, Australia y América del Norte. En el RU, surgió la oposición como respuesta a un informe del Hospital para Niños Enfermos Great Ormond Street en Londres, que declaraba que 36 niños habían sufrido problemas neurológicos después de recibir la vacuna DTP. Los documentales por televisión y los informes en periódicos atrajeron la atención pública sobre la controversia. Un grupo de defensa, la Asociación de Padres de Niños Dañados por Vacunas (Association of Parents of Vaccine Damaged Children, APVDC) también despertó el interés público ante los posibles riesgos y consecuencias de la DTP.

Como respuesta a la disminución de tasas de vacunación, y a tres epidemias importantes de tos ferina, la Junta Directiva sobre Vacunación e Inmunización (Joint Commission on Vaccination and Immunization, JCVI), un comité asesor de expertos independientes en el RU, confirmó la seguridad de la inmunización. No obstante continuó la confusión del público, en parte debido a las opiniones diversas dentro de la profesión médica; por ejemplo, las encuestas de proveedores médicos en el RU, a finales de la década de 1970, descubrieron que eran renuentes a recomendar la inmunización a todos los pacientes. Además, Gordon Stewart, un médico muy directo y opositor a la vacuna, publicó una serie de informes sobre casos que vinculaban trastornos neurológicos con la DTP, lo cual generó más debate. Como respuesta, la JCVI lanzó el Estudio Nacional sobre Encefalopatía Infantil (National Childhood Encephalopathy Study, NCES).

El estudio identificaba a cada niño de entre 2 y 36 meses hospitalizado en el RU por enfermedades neurológicas, y evaluaba si la inmunización estaba relacionada o no con el aumento de riesgo. Los resultados del NCES indicaron que el riesgo era muy bajo, y estos datos constituyeron una base de apoyo para realizar una campaña nacional a favor de la inmunización. Miembros de la APVDC siguieron argumentando en la corte, buscando reconocimiento y compensaciones, pero todo se rechazó debido a la falta de pruebas que vincularan a las lesiones con la vacuna DTP.

La controversia en EE.UU. comenzó cuando los medios se enfocaron a los supuestos riesgos de la DTP. Un documental de 1982: DPT: Vaccination Roulette (DTP: La ruleta de la vacunación), describía supuestas reacciones adversas a la inmunización y minimizaba los beneficios. De manera similar, un libro de 1991 titulado: A Shot in the Dark (Un tiro en la oscuridad) definía los riesgos potenciales. Tal como en el RU, los padres de familia inquietos y molestos crearon grupos de defensa para las víctimas, pero la reacción de las organizaciones médicas, como la Academia de Pediatría y los Centros de Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., fue más fuerte en Estados Unidos. Aunque la tormenta mediática inició varios juicios contra fabricantes de vacunas, provocó el aumento los precios, y también que algunas compañías dejaran de producir la DTP, afectó menos las tasas de inmunización, lo que no ocurrió en el RU.

Controversia sobre la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR)

Casi 25 años después de la controversia por la DTP, Inglaterra nuevamente fue el centro de actividades en contra de la vacunación, esta vez por la vacuna Triple viral- sarampión, rubeola y parotiditis (MMR).

Los grupos antivacunas han continuado hasta el presente siglo y son más visibles en la internet, presentando argumentos similares a los de siglo XVIII. Para finales de la década de los 90 reaparecen con fuerza gracias a una patraña o farsa consumada por el Doctor Andrew Wakefiel gastroenterólogo en el RU quien era coautor de un estudio de cohortes, publicado en 1995 en la revista The Lancet, donde daba por conclusión que la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn se veía tres veces más frecuente en las personas que habían recibido la vacuna triple vírica.

Con el antecedente de la mencionada publicación tres años más tarde publicó un artículo en la misma revista que sería punto de partida para el renacer del movimiento social de los antivacunas. En el referido estudio, había estudiado a 11 niños y una niña tratados en una Unidad de Digestivo, con edades comprendidas de los 3 a 10 años. Los niños previamente habían alcanzado todos los hitos de desarrollo intelectual de manera normal. Pero coincidiendo con la aparición de los síntomas intestinales, comenzaron a padecer una involución del lenguaje y otras habilidades adquiridas así como cambios en el comportamiento.

De dicha muestra (12) nueve (9) de los niños desarrollaron autismo, dos niños encefalitis y uno tuvo una psicosis. Ocho (8) de esos niños habían sido vacunados con la triple vírica formada por virus inactivos de sarampión, rubeola y paperas. Una vacuna que desde los años setenta se ha administrado en el calendario vacunal a más de 500 millones de niños y ha prevenido más de un millón de muertes. Para “probar sus hallazgos”, el equipo de Wakefield sometió a los niños a toda una gama de pruebas que iban desde endoscopias varias con biopsias intestinales hasta radiografías con contraste, resonancias, electroencefalogramas y punciones lumbares.

Esa publicación pretendió dar a muchos padres con niños autistas una explicación sencilla y directa al todavía no bien explicado aumento de las tasas de autismo. Y dio pie para el auge de los movimientos antivacunas en países del primer mundo.

Fue el periodista Brian Deer del Sunday Times quien en 2004 descubrió los tejemanejes y la falta de ética del científico. Su investigación destapó el hecho del que el Doctor Wakefield recibió dinero de los abogados antivacunas de padre demandantes con hijos autistas, manipulación de los datos del estudio, realizar exámenes invasivos innecesarios en los niños autistas del estudio y de que tras publicar su artículo en 1998, Wakefield se abocó en una campaña contra la vacuna triple vírica en aras de potenciar las que sólo presentaban un antígeno como la vacuna simple del sarampión, vacuna para la cual él mismo había solicitado patente en 1997, con lo que dejo ver claramente el interés económico para desacreditar la vacuna triple vírica.

En 2004, diez de los coautores de la investigación retiraron su firma del artículo, y The Lancet publicó una rectificación poniendo en duda las conclusiones. En febrero de 2010 la Revista The Lancet se retractó públicamente por haber publicado ese estudio con datos totalmente falsos, retirándolo de sus archivos; y otra revista del ámbito médico como lo es la British Medical Journal reseño al artículo como un sofisticado fraude. Ese mismo año el Consejo Médico General, organización colegial que vela por los intereses de la profesión médica en el Reino Unido, retira la licencia de medico a Andrew Wakefiel por acusaciones de falta de ética profesional y mala praxis, como falsificar datos de artículo científico y realizar pruebas agresivas e innecesarias a niños autistas. Wakefield, ex médico, ha sido durante más de una década el líder intelectual del movimiento antivacunas mundial.

Básicamente el planteamiento de los padres en el movimiento antivacunas se centran en tres áreas:

  • La vacuna combinada contra el sarampión, paperas y rubéola (SRP/MMR, por sus siglas en inglés) Respuesta: No hay ninguna prueba de la existencia de una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo o los trastornos del espectro autista. Múltiples estudios lo han demostrado.
  • La idea de que a los bebés se les ponen demasiadas vacunas muy pronto. Respuesta: Las pruebas científicas revelan que la administración de varias vacunas al mismo tiempo no tiene efectos negativos en el sistema inmunitario del niño. Los niños están expuestos diariamente a varios cientos de sustancias ajenas que desencadenan respuestas inmunitarias. El simple acto de comer introduce nuevos antígenos en el organismo, y son numerosas las bacterias que viven en la boca y la nariz. Los niños se ven expuestos a muchos más antígenos en un resfriado común o una faringitis que cuando son vacunados.
    La principal ventaja de administrar varias vacunas al mismo tiempo es la necesidad de menos consultas, que ahorra tiempo y dinero. Además, cuando es posible una vacunación combinada (por ejemplo, contra la difteria, el tétanos y la tos ferina) también se reduce el número de inyecciones y las molestias para el niño. Se pueden tomar diferentes medidas para reducir el dolor en el momento de la vacunación.
  • El timerosal, un conservante con mercurio que algunas vacunas contenían en el pasado.
En los años 90 en muchos países, sobre todo países desarrollados empezaron a preocuparse por algunos preservantes derivados de mercurio de las vacunas, porque la preocupación era por la cantidad de mercurio en el ambiente, por ende en las vacunas que tienen mercurio (Hg) en este caso la vacuna triple viral.

Despejemos interrogantes con respecto al timerosal contentivo de un derivado orgánico del mercurio.

Mercurio

El mercurio o azogue, es un metal que puede encontrarse en el ambiente en tres formas:

  • Como elemento metálico
  • Como sales inorgánicas [Hg2Cl2, el cloruro mercurioso o calomel]
  • Como componentes orgánicos, por ejemplo:
    • etil-mercurio [etil-Hg]
    • metil-mercurio [MeHg]
    • dietil-mercurio [Hg(CH3)2]
    • fenil-mercurio.
La toxicidad del mercurio depende de su forma química, dosis y tiempo de exposición.

El Hg en el suelo puede encontrarse a concentraciones que van de 0,05 a 0,08 µg/g. El agua fresca de algunos lagos puede contener 0,2 µg/L. El Hg elemental o sus sales inorgánicas llegar al agua de lagos, ríos y mares a través de desechos industriales. Una vez depositado en el fondo lodoso de estos lugares es transformado en Hg orgánico (MeHg) por procesos biológicos en los cuales intervienen microorganismos (fitoplancton, hongos, bacterias).Este Hg orgánico es captado por insectos en el lodo, los cuales son consumidos por animales más grandes dándose la bioacumulación y el aumento de los niveles de Hg a lo largo de la cadena alimenticia hasta llegar a peces más grandes y a partir de ellos ser consumidos por el hombre. Por esto, las principales fuentes de Hg orgánico en la dieta provienen de alimentos del mar (pescados tipo pez espada, atún, tiburón, róbalo y mariscos).

Dos tipos de mercurio orgánico a los que las personas pueden estar expuestas, son en forma de metilmercurio (MeHg) y como etilmercurio (etil-Hg/EtHg), siendo los dos muy diferentes.10 El mercurio orgánico en forma de MeHg puede cruzar tanto la barrera hemato-encefálica como la placentaria, circula unidos a proteínas y se acumulan en el cerebro y glóbulos rojos. Los altos niveles de exposición al MeHg pueden ser tóxicos para las personas.

El timerosal es un compuesto orgánico que contiene EtHg, y se ha usado desde los años 30 del siglo pasado como preservante de algunas vacunas en las presentaciones de multidosis. El etil-Hg y el MeHg son diferentes en sus metabolismos.Si bien existe cierta equivalencia estructural entre el metil y etilmercurio, no se ha podido establecer una toxicidad comparativa. La vida media biológica (T1/2) del MeHg en sangre en adultos es de 40 días a 70 días (rango 20-70 días), en tanto que la del etil-Hg en revisiones recientes realizadas por el grupo de expertos del Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas (GACVS) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se indicó que la farmacocinética del etil-Hg en particular la T1/2 es corta (menos de 7 días) comparada con la del MeHg, por lo que la exposición al etil-Hg en sangre es relativamente breve.

Existen diversas teorías de cómo afecta el MeHg al organismo humano. La producción del Hg inorgánico a partir de mercurio orgánico (MeHg, etil-Hg) implicaría la producción de radicales libres. Estos radicales libres determinarían la peroxidación lipídica de la membrana celular provocando un daño en la célula. Las células más afectadas son las cerebrales, hepáticas y renales (necrosis tubular renal o lesión glomerular ocasionadas por sales inorgánicas de Hg). El órgano blanco del Hg en sus formas inorgánicas es el riñón, pero el MeHg tiene la capacidad de dañar gravemente al SNC en desarrollo, debido a una pérdida de neuronas de la capa granulosa del cerebelo, de la corteza cerebral (en especial el área visual) y de otras áreas. De las células cerebrales, las neuronas son las más sensibles al daño producido por los radicales libres, lo que las hace particularmente sensible al estrés oxidativo. Sin embargo, el mecanismo exacto responsable de la neurotoxicidad es desconocido y esto dificulta la evaluación.

El daño por intoxicación aguda provoca ataxia, escotomas y disminución del campo visual. El primer efecto que aparece a dosis más bajas es la parestesia de manos y pies. Otras manifestaciones clínicas del efecto del mercurio son: incoordinación, disartria, debilidad, pérdida de la visión y audición, espasticidad, temblores, pérdida de memoria, y a muy altas dosis coma y muerte. Estos efectos se producen a dosis muy superiores a las presentes en vacunas.10, 12 Durante la vida prenatal, las altas exposiciones maternas pueden causar trastornos neurológicos como parálisis cerebral, microcefalia, hiperreflexia, deficiencias en la motricidad gruesa y mental, ceguera y coma. En el cerebro en desarrollo, la migración celular y la división celular se ven afectados por el metilmercurio, debido a las interrupciones en la síntesis de sustancias, arresto mitótico, cambios en las formaciones sinápticas y anormal arquitectura celular, entre otros daños.

Exposición en niños al MeHg y al etil-Hg

Metil-mercurio.
En general, la exposición al MeHg a través de la dieta se calcula que es de: 0,02 µg/kg/día - 0,2 µg/kg/día. Basándose en la presunción de exposiciones al MeHg continuas y por períodos prolongados, la exposición máxima permitida recomendada por la Environmental Protection Agency (EPA) es de 0,1 µg/kg/día, la recomendada por la Administración de Alimentos y Medicamentos en Estados Unidos (FDA) es de 0,43 µg/kg/día, valor basado en parte a una ingesta máxima tolerable de 30 µg/kg/día de MeHg, lo que se traduce en este valor, para un adulto de 70 kg. La OMS establece un valor de 3,3 µg/kg/semana, lo que para propósitos de comparación en valores diarios corresponde a 0,47 µg/kg/día. Para la Agency for Toxic Substance and Disease Registry (ATSDR) el valor es de 0,3 µg/kg/día. El límite de exposición acumulativa de MeHg calculado para lactantes de 6 meses de edad o menores sin consecuencias adversas para la salud es, según la EPA, de 65 µg, para la FDA (Food and Drug Administration) de 259 µg y para la OMS de 305 µg. Estos niveles son considerados hasta diez veces por debajo del límite superior de seguridad.

El propósito de estas directrices es evitar la exposición de mujeres en edad reproductiva y en embarazadas a cantidades de Hg que podrían resultar tóxicas al cerebro del feto. Estas guías no fueron diseñadas para exposiciones intermitentes. Tampoco hay guías para la exposición al etil-Hg, pero expertos en Estados Unidos están de acuerdo en que las directrices usadas para el MeHg son apropiadas para el etil-Hg.

Etil mercurio

Etil-mercurio es también un compuesto orgánico de mercurio, componente del timerosal (tiomersal / mercuriotiolato) que se utiliza como conservante en las vacunas. Etil-mercurio tiene una vida media en sangre (3 a 7 días), y excretado del cuerpo en las heces y no se acumula en el sistema nervioso central. Los estudios epidemiológicos que investigan las asociaciones de trastornos neuro-conductuales y el uso de timerosal en las vacunas en el Reino Unido y Dinamarca no impugnaron la seguridad de las vacunas en los niños. Al contrario, problemas metodológicos e incertidumbres se encontraron en estudios realizados en EE.UU., donde se observa una asociación significativa entre los trastornos del neurodesarrollo y vacunas timerosal. Basado en una extensa revisión, el GACVS en la reunión de junio de 2012 llegó a la conclusión de que el mercurio etílico obtenido en la sangre y en el cerebro de las dosis acumulativas de las vacunas no llegan a niveles tóxicos, tornando biológicamente implausible la relación entre las vacunas y la toxicidad neurológica del timerosal.

El timerosal está compuesto en 49,6% de etilmercurio (EtHg) y ácido tiosalicílico. La actividad antibacteriana está relacionada con la liberación del etil-Hg después de la ruptura espontánea y enzimática del timerosal en etil-Hg y tiosalicilato. A pH ácido el timerosal es bactericida. A pH alcalino o neutro es bacteriostático y fungistático. El timerosal se transforma en el organismo en etilHg y tiosalicilato.14, 15. El timerosal se encuentra en las vacunas a una concentración que varía de 0,003 a 0,01% (entre 12,5 µg y 50 µg por dosis de vacuna que equivalen a una concentración entre 6,25 y 25 µg etilmercurio). Este compuesto ha sido ampliamente utilizado por la industria farmacéutica por sus propiedades bactericidas y antifúngicas en preparaciones como soluciones tópicas, ungüentos, sprays nasales, soluciones oculares, espermicidas vaginales y, principalmente como ya se ha reseñado, como preservante en viales multidosis de vacunas y otros productos biológicos inyectables como son los preparados de inmunoglobulinas.

Conclusiónes

En realidad se ha querido “ trasladar” la toxicidad del metil mercurio al etil mercurio (timerosal) en base al conocimiento de la toxicidad neurológica del metil mercurio, sin embargo se conoce que la biodisponibilidad del etil mercurio es diferente, así mismo en la actualidad la etiología del autismo está más relacionada en bases genéticas que del lado tóxico, por tanto tampoco se cumpliría este criterio. 9,

Los estudios no demuestran una asociación entre vacunas que contienen timerosal y desórdenes del espectro autístico.

Finalmente, respecto al criterio del tipo de diseño de estudios e interpretaciones de datos, los diferentes estudios: serie de casos, estudio ecológico, estudio caso control, cohortes retrospectivas y cohortes prospectivos, llevan a la misma conclusión: no existe asociación entre vacunación contra sarampión y autismo, ni existe asociación entre las vacunas con timerosal y autismo.

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1-Pediatra Neonatólogo. Coordinador Comisión. 2-Pediatra Epidemióloga, 3-Pediatra Infectóloga, 4-Pediatra. 5- Pediatra Infectóloga. 6- Pediatra. 7- Pediatra Epidemiólogo. 8- Pediatra Epidemiólogo. 9- Pediatra Medicina del adolescente